“¿Voluntad de verdad” llamáis, vosotros los más sabios, a aquello que os impulsa y os inflama?
Voluntad de hacer pensable todo ente: así llamo yo a vuestra voluntad. Todo ente queréis primero hacerlo pensable, porque dudáis con buen recelo de que ya lo sea. ¡Pero ha de someterse y plegarse a vosotros! Así lo quiere vuestra voluntad. Ha de volverse pulido y subordinado al espíritu, como su espejo y contraimagen. Esa es vuestra entera voluntad, vosotros los más sabios, en cuanto una voluntad de poder; incluso cuando habláis del bien y del mal y de vuestras valoraciones. Todavía queréis crear el mundo ante el que podáis arrodillaros: así es vuestra postrera esperanza y embriaguez.
Los no sabios, por supuesto, el pueblo, — ellos son como un río sobre el que avanza un bote; y en el bote se sientan, solemnes y embozadas, las valoraciones. Vuestra voluntad y vuestros valores los pusisteis sobre el río del devenir; una antigua voluntad de poder me revela lo que el pueblo tiene por bueno y malo.
Vosotros fuisteis, vosotros los más sabios, los que en este bote pusisteis tales huéspedes y les disteis pompa y nombres orgullosos, — ¡vosotros y vuestra voluntad señorial! Ahora el río lleva más lejos vuestro bote: debe llevarlo. ¡Poco importa si la rota ola espumea y furiosa contraría a la quilla! No es el río vuestro peligro ni el fin de vuestro bien y mal, vosotros los más sabios, sino esa voluntad misma, la voluntad de poder, — la inagotable, engendradora voluntad de vida.
¡Pero para que entendáis mi palabra acerca del bien y del mal, quiero deciros todavía mi palabra acerca de la vida y de la naturaleza de todo lo viviente!
Fui hacia lo viviente, recorrí los caminos más grandes y más pequeños para conocer su naturaleza. Con un espejo centuplicado capturé su mirada, cuando la boca le estaba cerrada, para que su ojo me hablara. ¡Y su ojo me habló!
Pero donde encontré viviente alguno, allí escuché también la palabra acerca de la obediencia. Todo lo viviente es un obediente.
Y esto es lo segundo: aquel que no puede obedecerse a sí mismo, a ése se le manda. Así es la naturaleza de lo viviente.
Esto, sin embargo, es lo tercero que escuché: que mandar es más difícil que obedecer. Y no sólo porque el que manda lleva la carga de todos los que obedecen, y porque esa carga fácilmente lo aplasta. ¡Un intento y un riesgo me apareció en todo mandar; y siempre, cuando manda, se arriesga lo viviente a sí mismo! Sí, aun cuando se manda a sí mismo, incluso entonces, debe expiar su mandar. De su propia ley debe hacerse juez, vengador y víctima. ¡“¿Cómo ocurre esto?”, me pregunté! ¿Qué persuadió a lo viviente a que mande, y obedezca, y mandando todavía practique la obediencia?
¡Escuchad ahora mi palabra, vosotros los más sabios! ¡Comprobad seriamente si me arrastré al corazón de la vida misma y hasta las raíces de su corazón!
Donde encontré a lo viviente, allí encontré voluntad de poder; ¡y aun en la voluntad de los que sirven encontré la voluntad de ser amo!
Que lo más débil sirva a lo más fuerte, a ello lo persuade su voluntad, que quiere ser amo sobre lo aún más débil: de este placer únicamente no puede prescindir. Y como lo menor se entrega a lo mayor, para tener placer y poder sobre lo más pequeño, así también lo más grande se entrega, y por el poder arriesga la vida. ¡Ese es el darse de lo más grande: que es riesgo y peligro, y un juego de dados por la muerte!
¡Y donde hay sacrificio, y servicios, y miradas de amor: también ahí hay voluntad de ser amo! Por caminos escondidos se desliza a hurtadillas lo más débil hasta la fortaleza y hasta el corazón de lo más poderoso — ¡y allí roba poder!
Y este secreto me habló la vida misma: “¡Mira! —me dijo— yo soy aquello que siempre debe superarse a sí mismo. Ciertamente, vosotros lo llamáis voluntad de engendrar, o instinto hacia un fin, hacia lo más alto, lo más lejano, lo más múltiple: pero todo esto es uno y un secreto.
¡Prefiero aún sucumbir antes que renunciar a esta única cosa! Y en verdad, donde hay ocaso y caída de hojas, ¡mira!: allí se sacrifica la vida — por poder. Que yo deba ser lucha, y devenir, y fin, y contradicción de los fines: ¡ay, quien adivina mi voluntad, adivina bien también por qué caminos torcidos debe marchar!
Lo que yo cree, y aunque lo ame, pronto debo ser adversario de ello y de mi amor: así lo quiere mi voluntad. Y tú también, conocedor, no eres más que un sendero y una huella de mi voluntad: ¡en verdad, mi voluntad de poder camina también sobre los pies de tu voluntad de verdad!
Ciertamente, no dio en la verdad quien disparó hacia ella la palabra de “voluntad de existencia”: tal voluntad no existe. Porque: lo que no es, no puede querer; pero lo que está en la existencia, ¿cómo podría querer aún existir? ¡Solo donde hay vida hay también voluntad: pero no voluntad de vivir, sino —así te lo enseño— voluntad de poder!
Muchas cosas son estimadas por los vivientes más alto que la vida misma; ¡pero de ese mismo estimar habla la voluntad de poder!“
Así me enseñó una vez la vida, y a partir de ello os resuelvo, a vosotros los más sabios, el acertijo de vuestro corazón.
En verdad os digo: ¡bien y mal eternos, eso no existe! Desde sí mismos deben siempre superarse de nuevo. Con vuestros valores y palabras acerca de bien y mal ejercéis violencia, vosotros valoradores: y esta es vuestra oculta pasión, el brillar, estremecerse y rebosar de vuestras almas. ¡Pero de vuestros valores crece una violencia más fuerte y una nueva superación: en ella se rompe el huevo y la cáscara!
Y quien debe ser creador en bien y mal, en verdad, debe ser primero destructor y romper valores. Así pertenece el más alto mal al más alto bien: ¡pero este bien es el creador!
¡Hablemos solo de eso, vosotros los más sabios, aunque sea grave! ¡Callar es peor; todas las verdades calladas se vuelven venenosas!
¡Y que se rompa todo lo que en nuestras verdades pueda romperse! ¡Todavía hay más de una casa por construir!
Así habló Zaratustra.
Traducción revisada con asistencia de IA basada en la arquitectura Transformer. Edición orientada por el texto alemán (Colli y Montinari) y la división estructural de Walter Kaufmann.
Leave a comment