2.2. EN LAS ISLAS BIENAVENTURADAS

Los higos caen de los árboles, están maduros y son dulces; y al caer, se les desgarra la piel roja. Soy un viento del norte para higos que maduran.

Así, como higos, os caen estas enseñanzas, amigos míos: ¡Bebed ahora su jugo y su dulce pulpa! Es otoño en torno nuestro y el cielo está  puro, y es la tarde. ¡Mirad qué abundancia hay a nuestro alrededor!  Y desde la sobreabundancia es hermoso mirar hacia mares lejanos. Una vez se decía “Dios”,  al mirar  hacia a mares lejanos: pero ahora os he enseñado a decir: superhombre. 

Dios es una conjetura; pero yo quiero que vuestra conjetura no se extienda más allá de vuestra voluntad creadora. ¿Podríais CREAR un Dios? Entonces, guardaos de hablarme de todos los dioses. Pero bien podríais crear al superhombre. ¡No quizás vosotros mismos, hermanos míos! Pero podríais transformaros en padres y antepasados de él: ¡Y ese sea vuestro mejor crear! 

Dios es una conjetura: pero yo quiero que vuestro conjeturar esté limitado dentro de lo pensable. ¿Podríais PENSAR un Dios? ¡Pero que esto signifique para vosotros la voluntad de verdad, que todo sea transformado en pensable para el hombre, visible para el hombre, perceptible para el hombre! ¡Debeis llevar vuestro propio sentido hasta su último término!  

Y lo que llamasteis mundo, deberá ser primero creado por vosotros: ¡vuestra razón, vuestra imagen, vuestra voluntad, vuestro amor -eso mismo deberá llegar a ser el mundo! Y en verdad, ¡para vuestra bienaventuranza, vosotros, los que conoceis!

¿Y cómo querríais soportar la vida sin esta esperanza, vosotros los que conoceis? No podeis haber nacido ni en lo incomprensible ni en lo irracional.    

Pero para revelaros completamente mi corazon, amigos míos: SI hubiera dioses, cómo aguantaría yo no ser un dios. POR LO TANTO, no hay dioses. Bien, inferí yo esta conclusión; pero ahora ella me infiere a mí. 

Dios es una conjetura: pero ¿quién bebería todo el tormento de esta conjetura sin morir? ¿Habrá de serle arrebatada al que crea su fe y al águila su volar en lejanías de águila? 

Dios es un pensamiento que vuelve toda línea recta torcida y todo lo que está en pie vacilante. ¿Cómo? ¿El tiempo habría desaparecido y todo lo perecedero sería sólo mentira? Pensar esto es torbellino y vértigo para los huesos humanos y todavía un vomitar para el estómago; en verdad, la enfermedad vacilante llamo yo, a conjeturar tal cosa. Mala la llamo yo y enemiga del hombre: toda esta enseñanza de lo Uno, lo Pleno, lo Inmóvil, lo Colmado, y lo Imperecedero. Todo lo imperecedero – ¡eso es solamente una parábola! Y los poetas mienten demasiado.  

Pero del tiempo y el devenir deben hablar las mejores parábolas: ¡un elogio deben ser y una justificación de toda transitoriedad!

Crear – eso es la gran redención del sufrimiento, y el hacerse ligero de la vida. Pero para que el creador exista, para eso es necesario el sufrimiento y mucha transformación. ¡Sí, mucho amargo morir debe haber en vuestra vida, vosotros creadores! Así sois  defensores y justificadores de toda transitoriedad. Para que el creador mismo sea un niño que nazca de nuevo, para eso,  debe también querer ser la parturienta y los dolores de la parturienta. 

En verdad, a través de cien almas recorrí mi camino y a través de cien cunas y dolores de parto. Muchos adioses he dicho ya, conozco las últimas horas que desgarran el corazón. Pero así lo quiere mi voluntad creadora, mi destino. O, para deciroslo más honestamente: precisamente tal destino, lo quiere mi voluntad. 

Todo lo que siente sufre en mi y está en prisiones: pero mi querer viene a mi siempre como mi libertador y portador de alegría. Querer libera: esa es la verdadera doctrina acerca de la voluntad y la libertad – así os la enseña Zaratustra. ¡No querer más, no valorar más, no crear más! ¡Ay, que este gran cansancio permanezca siempre lejos de mi! También en conocer siento yo el placer de procrear y devenir de mi voluntad; y si hay inocencia en mi conocimiento, así ocurre, porque hay voluntad de procrear en él. Lejos de Dios y de los dioses me atrajo esta voluntad; ¿Qué habría para crear, si hubiera dioses? 

Pero hacia el hombre me empuja siempre de nuevo, mi ferviente voluntad creadora; así empuja ella el martillo hacia la piedra. ¡Ah, vosotros hombres! en la piedra duerme para mí una imagen, ¡la imagen de mis imágenes! ¡Ay, que deba dormir en la piedra más dura, más fea! Ahora se enfurece mi martillo cruel contra su prisión.De la piedra se desprenden trozos: ¿Qué me importa eso? Quiero completarlo: pues una sombra vino a mi – de todas las cosas, la más quieta y la más ligera vino una vez a mi. La belleza del superhombre vino a mi como una sombra. Ay, hermanos míos! ¿Adonde se me han ido ahora los dioses?

Así habló Zaratustra.

Traducción revisada con asistencia de IA basada en la arquitectura Transformer. Edición orientada por el texto alemán (Colli y Montinari) y la división estructural de Walter Kaufmann.

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