Demasiado adentro volé en el futuro: un horror me sobrevino. Y cuando miré en torno a mí, ¡he aquí!, el tiempo era mi único contemporáneo. Entonces huí hacia atrás, hacia el hogar — y cada vez más aprisa: así llegué a vosotros, los del presente, y a la tierra de la educación. Por primera vez traje conmigo un ojo para vosotros, y buen deseo: en verdad, con anhelo en el corazón vine.
¿Pero qué me sucedió? ¡Aunque tenía miedo, tenía que reír! Nunca vio mi ojo algo tan moteado de colores. Reí y reí, mientras el pie aún me temblaba y el corazón con él: “¡aquí está, sí, el hogar de todos los botes de pintura!”, dije.
Con cincuenta manchas pintadas en rostro y miembros: así estabais allí sentados, para mi asombro, vosotros los del presente. Y con cincuenta espejos a vuestro alrededor, que halagaban y repetían vuestro juego de colores. ¡En verdad, no podríais llevar mejor máscara que vuestro propio rostro, vosotros los del presente! ¡Quién podría reconoceros!
Escritos de arriba abajo con los signos del pasado, y esos mismos signos recubiertos además con nuevos signos: así os habéis ocultado bien de todos los intérpretes de signos. Y aunque uno fuera un escrutador de riñones, ¿quién cree ya que tenéis riñones? De colores parecéis horneados, y de tiras de papel pegadas. Todos los tiempos y pueblos miran multicolores desde vuestros velos; todas las costumbres y credos hablan multicolores desde vuestros gestos.
Si alguien os quitara velos, envoltorios, pinturas y gestos, quedaría justo lo bastante para espantar a los pájaros. En verdad, yo mismo soy el pájaro espantado que una vez os vio desnudos y sin pintura; y volé lejos cuando el esqueleto me hizo un gesto de amor. Con más gusto querría ser jornalero en el inframundo, en el Hades, y entre las sombras de antaño: ¡más gordos y más llenos que vosotros están aún los inframundanos!
¡Esto, sí, esto es amargura para mis entrañas: que ni desnudos ni vestidos os soporto, vosotros los del presente! Todo lo inquietante del futuro, y lo que alguna vez hizo estremecer a los pájaros extraviados, es en verdad más secreto aún y más familiar que vuestra “realidad”. Pues así habláis: “¡reales somos por completo, y sin fe ni superstición!”: así sacáis pecho — ¡ay, aún sin pechos! Sí, ¿cómo habríais de poder creer, vosotros moteados de colores, que sois pinturas de todo lo que alguna vez fue creído! Refutaciones andantes sois de la fe misma, y fracturas de todo pensamiento. ¡“Inverosímiles”: así os llamo yo, reales!
Todos los tiempos parlotean unos contra otros en vuestro espíritu; y los sueños y parloteos de todos los tiempos fueron más reales aún que vuestra vigilia. Estériles sois: por eso os falta fe. Pero quien tuvo que crear, tuvo también siempre sus sueños verdaderos y señales de las estrellas — y tenía fe en la fe. Puertas medio abiertas sois, en las que esperan sepultureros. Y eso es vuestra realidad: “¡todo merece perecer!”
¡Ay, cómo estáis ahí plantados, vosotros estériles, qué magros en las costillas! Y más de uno de vosotros lo comprendió él mismo. Y dijo: “¿Acaso un dios, mientras dormía, me ha robado en secreto algo? ¡En verdad, lo bastante para formarse de ello una mujercilla! ¡Maravillosa es la pobreza de mis costillas!” Así habló ya más de uno de los del presente.
¡Sí, me provocáis risa, vosotros los del presente! Y especialmente cuando os sorprendéis de vosotros mismos. ¡Ay de mí, si no pudiera reír de vuestra sorpresa, y tuviera que tragar todo lo adverso de vuestras escudillas! Pero así quiero tomármelo más a la ligera con vosotros, porque tengo algo pesado que llevar; ¿y qué me importa si escarabajos y gusanos alados se posan aún sobre mi fardo! ¡En verdad, no se ha de volver por eso más pesado! Y no de vosotros, vosotros los del presente, ha de venirme el gran cansancio.
¡Ay, a dónde he de ascender todavía con mi anhelo! Desde todas las montañas miro hacia tierras paternas y maternas. Pero hogar no encontré en ningún sitio: errante soy en todas las ciudades y una partida en cada puerta. Extraños me son, y una burla, los del presente, a los que hace poco me llevó el corazón; y de las tierras paternas y maternas estoy desterrado. Así sólo amo aún la tierra de mis niños, la no descubierta, en el mar más lejano: hacia ella mando a mis velas que busquen y busquen. En mis niños quiero hacer bueno el ser hijo de mis padres: y en todo futuro — este presente.
Así habló Zaratustra.
Traducción revisada con asistencia de IA basada en la arquitectura Transformer. Edición orientada por el texto alemán (Colli y Montinari) y la división estructural de Walter Kaufmann.
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