2.13. DE LOS SUBLIMES

Quieto es el fondo de mi mar: ¡quién adivinaría acaso que esconde monstruos juguetones! Imperturbable es mi profundidad: pero brilla con acertijos y risas que nadan. 

Hoy ví a un sublime, un solemne, un penitente del espíritu: ¡oh cómo rió mi alma de su fealdad! Con el pecho erguido y como aquellos que aspiran hacia sí el aliento: así se erguía allí, el sublime, y en silencio. Cargado de feas verdades, botín de su caza, y rico en desgarradas ropas; también muchas espinas colgaban de él – pero todavía no ví ninguna rosa. 

Todavía no aprendió ni la risa ni la belleza. Sombrío volvió este cazador del bosque del conocimiento. De la lucha con bestias salvajes regresó a casa; ¡Pero desde su seriedad aún mira una bestia salvaje – una indómita! Como un tigre que quiere saltar, sigue todavía allí en pie . Pero no me gustan estas almas tensas, hóstil es mi gusto a todos estos retraídos. 

¿Y vosotros me decís, amigos, que no cabe disputar sobre el gusto y el gustar? ¡Pero toda vida  es disputa por el gusto y el gustar! Gusto: eso es al mismo tiempo peso y balanza  y el que pesa. ¡Y ay de todo viviente que quisiera vivir sin disputa sobre peso, balanza y pesador!

Cuando llegara a cansarse de su sublimidad, este sublime: entonces apenas comenzaría su belleza — y entonces quiero probarlo y hallarlo sabroso. Y solo cuando se aparte de sí mismo, saltará por encima de su propia sombra — y, en verdad, dentro de su sol. Demasiado tiempo permaneció en la sombra, palidecieron las mejillas del penitente del espíritu; casi murió de hambre a causa de sus expectativas. Desprecio hay todavía en su ojo; y asco se oculta en su boca. Ciertamente descansa ahora, pero su descanso aún no se ha tendido al sol. Como el toro debería obrar; y su felicidad debería oler a tierra y no a desprecio de la tierra. Como un toro blanco me gustaría verlo, cómo resoplando y bramando precede al arado: ¡y su bramido debería todavía alabar todo lo terrenal!

Oscuro es todavía su semblante; la sombra de la mano juega sobre él. Ensombrecida está todavía la mirada de su ojo. Su acción misma es todavía la sombra sobre él: la mano oscurece al que actúa. Todavía no ha superado su acción.

En verdad amo en él el cuello del toro; pero ahora quiero ver también el ojo del ángel. También su voluntad heroica debe aún desaprenderla. Debe ser para mí un elevado, y no solo un sublime: ¡el éter mismo debería elevarlo, al sin voluntad!

Subyugó monstruos, resolvió acertijos: pero debería redimir también a sus monstruos y acertijos. En niños celestiales debería transformarlos. Todavía su conocimiento no ha aprendido a sonreír ni a estar sin celos; todavía su pasión torrencial no se ha vuelto quieta en la belleza.

En verdad, no en la saciedad ha de callar y desaparecer su deseo, sino en la belleza. La gracia pertenece a la magnanimidad del magnánimo.

El brazo colocado sobre la cabeza: así debería el héroe descansar, así debería también superar su descanso. Pero precisamente para el héroe es lo bello lo más difícil de todas las cosas. Inaccesible es lo bello para toda voluntad vehemente. Un poco más, un poco menos: eso precisamente es aquí mucho, eso es aquí lo máximo.

Estar de pie con los músculos relajados y con la voluntad desenjaezada: ¡eso es lo más difícil para todos vosotros, sublimes!

Cuando el poder se vuelve benigno y desciende a lo visible: a tal descenso lo llamo belleza.

Y de nadie quiero yo tanto como de ti precisamente la belleza, tú poderoso: que tu bondad sea tu última auto-superación.

Todo mal te atribuyo: por eso quiero de ti lo bueno.

¡En verdad, me reí a menudo de los enclenques que se creen buenos porque tienen garras lisiadas!

La virtud de la columna has de perseguir: más bella se vuelve siempre, y más delicada; pero por dentro más dura y resistente, cuanto más asciende.

Sí, tú sublime, algún día has de ser bello y sostener el espejo frente a tu propia belleza. Entonces tu alma se estremecerá de divinos deseos; ¡y habrá todavía adoración en tu vanidad!

Porque este es el secreto del alma: solamente cuando el héroe la ha abandonado, se le acerca, en sueños, el superhéroe.

Así habló Zaratustra.

Traducción revisada con asistencia de IA basada en la arquitectura Transformer. Edición orientada por el texto alemán (Colli y Montinari) y la división estructural de Walter Kaufmann.

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